Mi última entrada es del viernes 1 de noviembre, con lo que creo que es tiempo de volver a poner al día el blog. Anticipé en la susodicha entrada que esta semana sería tranquilita, así que espero que tengáis las expectativas bajas.
El fin de semana pasado fue bastante deprimente porque, aparte de que no hice muchas cosas divertidas, estuvo lloviendo casi sin parar, y eso hace daño en el estado de ánimo. A cambio, aproveché para adelantar con los estudios, pues no había gran cosa para hacer, y así ahorrar tiempo para cuando tenga cosas más interesantes planeadas. De la misma forma, la semana ha sido bastante rutinaria, las mismas clases de siempre y sin ninguna actividad después de salir de clase. Creo que ha sido la semana en la que más he estudiado desde que estoy aquí. Para descansar y hacer un poco de vida social después de una semana tan sosa, el viernes nos reunimos varias personas de la residencia en la cocina. Estuvimos bebiendo cerveza de mantequilla (como la que bebían en Harry Potter), y chocolate caliente, mientras jugábamos. Estuvimos con un juego extraño que se parece mucho a "El pueblo duerme" y después haciendo mímica para tratar de adivinar títulos de películas.
Dije en la entrada anterior que iba a ir a visitar Évian el día 2, pero al final no pudimos recoger los billetes del barco, así que no fuimos. Sin embargo, las ganas de ir a Francia las seguíamos teniendo y pospusimos los planes para ayer sábado. Durante la semana me dio tiempo a ir al ayuntamiento a recoger los billetes y por eso ayer eché casi todo el día en Francia con Yassir.
Me levanté a las 5:45, para que me diera tiempo a desayunar antes de coger el autobús, y no es poca cosa teniendo en cuenta que la tontería del viernes acabó a la 1 de la mañana. Me planté en estado zombi en el autobús y fui desplazado por sucesivos medios de transporte hasta llegar a Lausana. Con la tarjeta que adquirimos por apenas 10 francos suizos, teníamos derecho a ir en primera clase, y por supuesto, eso hicimos. Fue una gozada estar dentro del lago Léman, con las vistas de Suiza a un lado y Francia al otro. Además, tanto en la ida como en la vuelta estuvimos prácticamente solos.
En Évian estuvimos dando una vuelta, buscando buenas vistas hacia el lago, pero la verdad es que, aunque nos pareció un sitio muy bonito, se nos hizo pequeño. Por eso decidimos coger un tren e ir a ver Thonon-les-Bains, otra ciudad que está a apenas unos diez minutos en tren de Évian-les-Bains. Allí dimos otra vuelta, y nos dimos un buen pateo por la orilla del lago, después de lo cual encontramos una especia de mirador hacia el lago, que era verdaderamente impresionante, y nos instalamos allí para comer. Después de la comida, volvimos a Évian, porque queríamos ir a las termas.
Por apenas 15 euros, pudimos estar prácticamente toda la tarde y teníamos acceso a la piscina, a la sauna, al hammam, a una sala de relajación y a un pequeño gimnasio. Y todo ello, en el sitio de una de las aguas más famosas del mundo (por cierto, también barra libre de agua Évian dentro de las termas). Todo el plan era perfecto, quizás demasiado perfecto. Y se chafó. La señora vio el bañador que llevaba y nos dijo que teníamos que tener un bañador ajustado, que no admitían los bañadores holgados (estos que parecen pantalones cortos). Pues fuimos a la tienda de las termas y les preguntamos si podían vendernos bañadores. Y nos dicen que sólo les queda uno de la talla M (los dos necesitábamos esa talla), pero que no pasa nada; porque tienen también de la talla S (en fin...). Y el susto viene cuando nos dicen el precio del dichoso bañador: 38 euros. Decidimos que quizás merecía más la pena disfrutar de todo lo que no era piscina que pagar 38 euros más por remojarnos un poco.
Después de relajarnos bien en las termas, con las piernas molidas después de andar durante todo el día (más de 30 000 pasos llevábamos), subimos una especie de Everest que tienen en Évian, en lo alto del cual está el Lidl (siempre eligen el sitio más incómodo para poner sus tiendas, de verdad). Hicimos la compra en suelo francés, flipando después de dos meses en Suiza con los precios de las cosas, y nos fuimos con nuestras bolsas bien cargadas hacia el barco para volver a Suiza, sonriendo porque sólo con esa compra ya habíamos amortizado los 10 francos del billete de barco.
Salimos muy temprano por la mañana y volvimos bastante tarde por la noche, destrozados y sin energía, pero el día fue muy interesante y me lo pasé genial. La verdad es que esta noche he dormido muy muy bien, después de haber dormido menos de 5 horas la noche anterior y con 26 km en las piernas y el relax de las termas todavía reciente. Y con esas energías recargadas me he puesto a estudiar porque la semana que viene tengo cosas chulas que hacer...
Creo que es evidente que las fotos que voy a poner para esta entrada son de Évian, así que voilà.
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