Bueno, se me hace raro volver por aquí, pero me apetecía ponerme a escribir de nuevo. Llegué el 11 de septiembre de 2019 a Suiza. Hace casi ya un año, y aquí sigo en Suiza. A ver, no os voy a engañar. No es que haya estado todo el rato en Suiza desde septiembre del año pasado. Lo que ocurre es que han pasado muchas cosas por en medio y no os he contado nada.
Dejé de escribir en el blog cuando volví a casa por Navidad. Me tomé tres semanas para disfrutar de la familia y preparar mis exámenes. Mi intención era volver a escribir en el blog a mi vuelta pero andaba bastante agobiado con los exámenes y tuve que enfrentarme a unos problemas psicológicos bastante gordos. Me gustaría escribir más detalladamente sobre esos problemas porque creo que es algo importante. Puede que lo haga más adelante, no lo sé.
El caso es que hice los exámenes, pero poco antes del comienzo del segundo semestre me entró un ataque de ansiedad muy fuerte y durante cuatro días solo tuve ganas de cosas como llorar, dormir o desaparecer, pero ninguna de ellas ocurrió. Lo que sí ocurrió es que me volví corriendo a casa. Llamé a mis padres y la idea que me había ido creciendo en la cabeza de marcharme se convirtió en una convicción. No aguantaba ni un día más y, en efecto, al día siguiente ya estaba montado en el avión. Fue, por desgracia, la semana más intensa de mi vida.
Aunque siempre he intentado dar una imagen alegre de mi experiencia aquí, porque creo que una sonrisa es la mejor forma de lidiar con los problemas del día a día, por dentro de mí aquella melancolía de la que hablaba los primeros días seguía latente. Por supuesto, hay días mejores y días peores. Pero permanecer en Suiza me estaba suponiendo un desgaste emocional que no merecía la pena soportar. Me volví a España y no me arrepiento.
Llegué a España sin saber muy bien a qué me dedicaría durante el semestre. Al final, tras apenas unos días de no tener nada que hacer en concreto, las ganas de estudiar volvieron solas. Y eso fue algo maravilloso porque apenas una semana antes me parecía una epopeya afrontar un nuevo semestre de estudio.
Y así, no sin dificultades, fui siguiendo el curso desde Madrid, y mientras tanto, llegó la pandemia, que hizo que las clases fueran online y por tanto, empecé a acudir al telecolegio suizo desde la casa de mis padres.
Los exámenes se retrasaron a agosto con la intención de poder hacerlos presencialmente, como así está siendo, y por eso me encuentro ahora mismo en Suiza. Llevo apenas dos días y medio aquí, y la verdad que la reaclimatación ha sido algo dura, pero creo que con el tiempo esto irá a mejor. No me queda otra que poner una sonrisa en mi cara, concentrarme en estudiar, sacar muy buenas notas y pasarlo bien mientras esté en Suiza.
Con respecto a qué cosas he hecho, solo puedo decir que he estado paseando mucho, más que nunca. Me he pateado Morges un par de veces y he estado caminando y corriendo por la orilla del lago. Me queda pendiente un bañito...
Una cosa que me encanta de lo que estoy viendo aquí es que esta región en verano es completamente distinta. Estamos teniendo unos días muy soleados, las playas están llenas de gente que ríe y juega, o simplemente se relaja. Es un auténtico placer salir y dejarse contagiar por esa alegría. Ojalá haber venido en otras circunstancias, como un mero viaje de placer en lugar de venir para estar un mes (creo que me voy a quedar sin cosas que hacer para tanto tiempo) y hacer exámenes.
Una cosa que me inquieta un poco es qué ocurrirá con las fronteras de Suiza y España. Suiza va a imponer cuarentena a todos los viajeros procedentes de España, aunque España no ha tomado la misma medida. Por lo tanto, si nada cambia, dentro de tres semanas podré coger un vuelo, llegar a la casa de mis padres y hacer la vida normal que se permita en España. Realmente deseo no tener que meterme en una cuarentena de dos semanas o que me cancelen el vuelo y tenga que llegar a España en coche o en autobús. Ya veremos qué ocurre...
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