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Final de octubre: perdón por el retraso

Por fin ha ocurrido lo inevitable, y es que he fallado en mi propósito de escribir cada semana una entrada. En mi defensa, lo que pone en la descripción del blog es:
Publicaré (o esa es mi intención) una entrada cada semana explicando cómo es la vida de un estudiante en Suiza
 Precisamente el paréntesis lo puse para prevenir esta situación, así que no hay nada más que explicar al respecto. Para compensar a mis escasos (aunque también selectos y queridísimos) lectores, puede que escriba algo más especial en un futuro cercano.

Ahora me cuesta recordar dónde lo dejé la última vez y creo que me va a costar un poco recordar lo que pasó hace ya casi dos semanas. Me estoy empezando a dar cuenta de que mi vida es un poco oscilante. Normalmente, hay una cantidad ingente de actividades interesantes y como son tan interesantes, me apunto a todo. Cuando llega el final de la semana y veo que he acumulado retraso en los estudios, la siguiente semana renuncio a casi todas las actividades. Si más o menos recupero el ritmo, pierdo el sentimiento de culpabilidad y vuelvo a apuntarme a todo.

Como la última entrada fue "Esto es un no parar", creo que ya podéis intuir que la semana del 21 al 27 de octubre fue más bien tranquila. En efecto, así es como se estaba desarrollando, hasta que llegó el viernes. Para aquel día decidimos organizar la segunda edición de la cena internacional en la residencia y como había sido un buen chico durante toda la semana y me lo pasé tan bien la última vez, no dudé en apuntarme. Al final, fue una cena maravillosa, no podía ser de otra forma, y lo mejor ocurrió después. Teníamos puesta música mientras cenábamos y cuando terminamos de comer, algunas personas empezaron a canturrear. Poco a poco, empezó a apuntarse más gente y la cena desembocó en una loca y trepidante sesión de karaoke. Estuvimos cantando (o dándole al grito pelao más bien) y de forma inevitable acabamos como en una especia de fiesta. Como se suele decir, y no por ello es menos cierto, cuando eso ocurre sin planearlo, uno se lo pasa mil veces mejor.

Por lo demás, la semana transcurrió entre estudiar, preparar el Café Cultural (preparar mis diapositivas, preparar mi exposición, hacer las compras de la comida, acudir a una reunión de organización...) del martes 29, tocar el violín y jugar un poco al fútbol. Y no me quejo, disfruté de cada minuto de la semana sin necesidad de hacer mil locuras; al final, la rutina, al menos para mí, no es tan mala.

Esta semana, la del 28 de octubre, entró loca. El martes tenía el Café Cultural y yo me había asignado, aparte de todo lo mencionado con anterioridad, cocinar una señora tortilla de patatas. Así que el lunes, volví pronto de la universidad, lo que significa que sin estudiar mucho allí para ponerme manos a la obra. Es verdad que tengo experiencia escasa con la tortilla de patatas y que me pudo haber salido mejor, pero me quedó una tortilla muy sabrosa y me siento orgulloso. Después de la tortilla, tuve que seguir con los preparativos que siempre quedan pendientes el día de antes, y terminé bastante tarde aquella noche, lo cual es bastante fastidioso cuando los martes empiezo las clases a las 8 de la mañana.

El martes fue el día D, el del Café Cultural. Después de clase, me tocó ir a hacer una última compra (lo cual quiere decir que tampoco estudié por la tarde, y seguimos sumando para llegar a una conclusión inevitable) y darle un último repaso a la exposición. La verdad es que me hacía mucha ilusión participar en el Café Cultural y quería que todo saliera a la perfección. Pues bien, tuvimos una desagradable sorpresa cinco minutos antes de que comenzara, mientras estábamos terminando de colocar todas las cosas. Un chico del grupo nos dijo que no iba a venir, avisando cinco minutos antes... Bueno, nosotros seguimos a lo nuestro y dimos la charla lo mejor que pudimos, organizamos un par de juegos para interactuar con el público, y hablamos de miles de cosas relacionadas con España. Mucha gente reconoció el esfuerzo que había detrás y nos lo hizo saber después del evento. Y no es por presumir de mis dotes culinarias, pero después de la charla era la hora de comer. Me quedé dos minutos para guardar un par de cosas y borrar la pizarra, y cuando salí ya no quedaba tortilla. Los organizadores al final son los que se quedan hasta el final en este tipo de actos, así que llegué bastante tarde a la residencia, lo cual es bastante fastidioso cuando los miércoles empiezo las clases a las 8 de la mañana.

El miércoles es mi día duro de la semana en la universidad, con 8 horas de clase, así que no tengo más que contar aparte de que estuve todo el día en la universidad y cuando volví, sólo tenía fuerzas para descansar. Ayer jueves, me busqué un par de cosas interesantes que hacer (más interesantes que estudiar, por supuesto) como ir a escuchar un concierto de órgano por Juan de la Rubia en la iglesia de Saint-François. Esta iglesia tiene un proyecto para instalar varios órganos y reformar los que ya tienen. Su órgano principal llevaba cuatro meses de obras y para celebrar su reapertura, invitaron a este Juan de la Rubia, que es el organista titular de la Sagrada Familia. La verdad es que me hacía mucha ilusión escuchar este concierto, y el órgano en esta iglesia suena majestuoso.

Después del concierto, fui a la fiesta de Halloween de la ESN. En principio iba a venir bastante gente de mi residencia, y habíamos acoplado en el grupo a un par de chicos españoles. Pues menos mal que acoplamos a estos dos porque a lo largo del día, presenciamos una cascada de gente diciendo que no iba a ir a la fiesta, con la entrada ya comprada, por diversos motivos, que nos dejó a Marta y a mí como únicos representantes de la residencia. Así que, sin ánimo de exaltar mi patria, de todo el grupo que iba a ir a la fiesta, sólo los españoles permanecimos fieles al plan y todos los no españoles acabaron rajándose. La verdad es que me habría encantado que viniera toda la gente de la residencia, pues con algunos ya empiezo a tener mucha confianza y los quiero mucho. Creo que lo habríamos pasado mucho mejor estando todos juntos. No obstante, los cuatro que estuvimos allí nos lo pasamos muy bien, fuimos a nuestra bola y creo que gracias a esta fiesta llegamos a conocernos un poco mejor.

El problema que me he encontrado las dos veces que he ido a esta discoteca de Lausana es que todas las fiestas de la ESN son los jueves y los jueves no hay tantos trenes para volver a Morges como los fines de semana, así que teníamos que elegir entre coger un tren a las 00.51 o hacerlo a las 03.51. Cuando a las 00.30 te encuentras exultante en la discoteca, lo último que decides es irte de allí para coger el tren y te sientes con energía de aguantar tres horas más allí, cuando en realidad una o dos horas después ya empiezas a pensar que estás un poco harto de la fiesta y que si no fuera por la escasez de trenes, ya estarías pensando en irte de allí. En eso se pareció un poco a la primera fiesta y de nuevo acabamos pasando la última parte de la noche en las escaleras fuera de la discoteca hablando y haciendo el tonto. Cuando llegué aquí a las 4.30 estaba literalmente muerto y esta mañana no me he levantado especialmente temprano, con lo que tampoco he podido estudiar mucho.

Así que me he plantado al comienzo de esta tarde con el hecho de que todo lo que había estudiado había sido ponerme una hora suelta esta mañana o darle un repaso a alguna asignatura entre que terminaba de comer e iba a clase. Esta tarde por supuesto ya me he puesto a estudiar, más vale tarde que nunca. Además, mañana creo que echaré gran parte del día visitando Évian-les-Bains, en Francia, con Yassir, un amigo italiano de la residencia. Me hace mucha ilusión volver a mi queridísima Unión Europea y cruzar el lago Léman (estoy deseando disfrutar las vistas desde el barco). Hablando de más planes futuros, la semana que viene parece bastante tranquila, tanto que de momento no tengo nada pensado para hacer, aunque seguro que haré algo al final, pues si no surge nada, puedo siempre aprovechar para dar una vuelta por Morges o Lausana el fin de semana. La semana siguiente me hace mucha ilusión, pues tengo dos actividades muy interesantes, que no desvelaré de momento para dejar algo de intriga, y voy a recibir además una visita muy especial.

Por último, no se me olvidan, las fotos correspondientes. Una de mi tortilla de patatas en proceso y otra del precioso órgano de la iglesia de Saint-François.


Comentarios

  1. Vaya, podrias haber puesto una foto de la tortilla terminada, por algo sera ehhh

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    1. Porque de todo lo que puede ocurrir, uno siempre se imagina lo mejor, y no quiero decepcionar a nadie.

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